miércoles, 5 de noviembre de 2008

Ánimo

Daniel se despertó, su sueño se había cortado pero lo poco que recordaba lo hizo feliz. Solo con pensar que iba a enseñar a su curso un nuevo juego, proponer una idea que a él le parecía genial y además el haber hecho los deberes, su mente se llenaba de pensamientos alegres e imágenes de sucesos futuros creados por su cerebro.

Hizo todo con ese ánimo desbordante. Fue al colegio, entró a su curso y... ¡¡estaba cambiado!! Alguien había movido las bancas. Pero continuó con su alegría.

Se acercó a la única persona que estaba y comenzó a hablar, hablar y hablar; de sus vacaciones y de todo lo que quería aprender. Pero se dio cuenta de algo que lo deprimió, esa persona estaba oyendo música, desconectado del mundo y ni siquiera se había dado cuenta de que él estaba ahí.

Cuando llegaron más personas ya no estaba tan alegre, pero aun conservaba las ganas de hacer todo lo planeado. Pero nadie lo escuchaba. Todos pensaban en deberes, pruebas, bromas y otras cosas.

Comenzaron las clases y él como siempre empezó a dar sus opiniones y comentarios; los profesores daban el tiempo pero no escuchaban. Harto de esto sentó a varios compañeros a la fuerza e intentó enseñarles el juego, pero una vez más no escuchaban.

El día avanzó de la misma manera, con estos intentos fallidos de algo que por primera vez le pasaba. Al final del día algo increíble pasó Daniel terminó de cambiar; ahora ya no era una persona alegre, todo su ánimo había quedado en cada intento.

Unos pocos lo notaron y se acercaron pero no consiguieron nada porque Daniel ya no escuchaba